Lagar y Bodegas

Estamos en un lagar comunal. Aquí es donde varios propietarios traían la uva, para una vez prensada, llevar el mosto resultante a sus bodegas.

La uva se recogía en la viña y se transportaba en cestos de mimbre dentro de los carros hasta el lagar.

Antes de poner los racimos en la pila se pesaban en el exterior, para después dar el mosto que le correspondiera a cada propietario.

En la primera pila se depositaban los racimos introduciéndolos por el portajón, una de las dos puertas que tiene el lagar, la otra puerta es la entrada para las personas.

En esa pila se pisa la uva, y como todavía le quedaba zumo al racimo, se pasaba a una segunda pila, en la que se preparaba la prensa: para ello se colocaba un tablón y sobre éste el castillo, una estructura de madera que recibe la fuerza de una gran viga por uno de sus extremos, porque en el otro extremo la atraviesa el husillo unido a una gran piedra o pilón.

El mosto obtenido se llevaba a las bodegas transportado en las pellejas, unos recipientes de piel y se depositaba en cubas, donde fermentaba, convirtiéndose en el tan preciado vino de la Ribera del Duero.

Las condiciones favorables de orografía del terreno y el clima de la zona hacen posible el cultivo de la vid y la calidad de este vino.

Contribuyendo a la configuración del pueblo está el conjunto de unas trescientas bodegas, muchas de ellas horadan el cerro donde está el castillo, excavadas a bastantes metros de profundidad para conseguir la temperatura ideal durante todo el año y así la óptima conservación del vino.

Ahora las bodegas tienen el añadido de ser, junto con los merenderos, un lugar de encuentro, con la familia o los amigos, un lugar donde pasar tardes muy agradables, asando chuletas, o cualquier otro producto, propio de esta tierra.